Aquella noche las estrellas se cubrieron con su manto de nubarrones para no alumbrar el cielo nocturno de octubre cuando era 31. Su madre la luna llena brillaba para protegerlas de lo que seguía de esa larga noche.
Los muertos despertaban de sus tumbas a celebrar la larga noche de Halloween, se saludaban sonrientes con los pocos dientes que les quedaban aunque se les saliera una mano o el brazo entero. La muerte de traje elegante se ponía a bailar Tap, Twist, lo que sea para divertirse en una noche excepcional que nadie podría arruinar, bebiendo de su copa de champaña más fino hasta emborracharse. La fiesta empezaba, los músicos tocaban alegremente mientras las animas y muertos bailaban riendo. La luna era la única espectadora de tal noche que era solo de al muerte y su cola de invitados del inframundo, el cementerio era una pista eterna de baile al ritmo del Twist.
El decapitado reía de borracho en su caballo mientras corría por las calles gritando sandeces, los demonios se subían del infierno hasta a la tierra para festejar. La carroza fúnebre corría sola transportando al diablo. El ultimo brindis dijo al muerte media borracha de champaña francesa por al noche de 31 que se iba y seguía la del próximo año, los difuntos se iban a sus tumbas despidiéndose de un apretón de manos hasta el próximo año; la muerte se largaba borracha a trabajar con al caña. Solo las copas quedaron, el sol de las llevo haciendo el aseo par que nadie se diera cuenta que una noche de jerga en las calles mortales.
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