Prologo de un poeta que ya murió sin ver la muerte

Mi poesía es un grito en la oído del hereje que es ciego, el anuncio de la muerte que vive para irse conmigo a un baile de versos y estrofas que nacen de mi mano que me lleva de vuelta a al vida para perturbar con lo que sale de mi boca, de mis poros, de mi lengua anticuaria difuminada por el tiempo, por mis dedos grises de mis manso mas grises todavía

domingo, 2 de mayo de 2010

Chocolatera



El sonido del motor de la micro solitaria suena en las noches por la carretera, recibiendo a cada persona que levanta su mano, sube una mujer ofreciendo chocolates a cien pesos vestida con un chaleco blanco pureza, cantando ofrece su producto aguantando el frío incesante de la noche, recogió sus chocolates repartidos con solo dos compradores de su dolor para compadecerla por un momento, se bajo con el mismo animo con que entro. Me pregunto si llego a su casa o no, eso no lo se pero el destino lo sabrá

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