
Era navidad, las ventanas empañadas con dibujos de niños, los muñecos de nieve con sus zanahorias de nariz florecían como las risas alrededor del pino de navidad; era muy feliz aquel orfanato.
Las adopciones caían como los copos de nieve en el suelo navideño de diciembre, todo era feliz excepto por el pequeño Fermín; se puso su mejor ropa pero nadie lo adoptaba, todo llego a que Salí su mejor amiga y única compañera de cuarto que le iba quedando salio a jugar para alegrarlo pero no duro mucho ese momento feliz, una pareja joven la adopto y desde su ventana la veía irse a largarse a llorar.
Llegaba la ora de dormir anunciaba la voluntaria, le dio pena ver aquel cuarto con Fermín abandonado y las otras camas vacías. El apago su vela llorando por aquella soledad que lo rodeaba, se levanto de un sueño triste en medio de la noche a mira solo la ventana; miro las estrellas brillar y pide un deseo a lagrimas. Papa Noe llego cuando el estaba rezando, al escucharlo lloro como los ángeles llorarían al igual que la luna, cumpliendo su pedido mirando las lagrimas de tristeza que salían de sus inocentes ojos de niño.
Lego el día, el sol llegaba a su rostro, la ayudante lo mando a vestirse el solo obedeció tristemente; los regalos no lo emocionaron. Una mirada hizo a la puerta, las adopciones empezaron; no se ilusiono. Una pareja lo miro a el no le dio lo mismo, en eso la monja maría lo llama, por un momento casi lloro; solo los papeles se lo llevaron de allí de la mano con ellos. La sonrisa de la felicidad llego con la navidad, dios desde el cielo lo vio ser feliz para no jamás volver, recibiendo el mejor regalo que allá tenido.