Prologo de un poeta que ya murió sin ver la muerte

Mi poesía es un grito en la oído del hereje que es ciego, el anuncio de la muerte que vive para irse conmigo a un baile de versos y estrofas que nacen de mi mano que me lleva de vuelta a al vida para perturbar con lo que sale de mi boca, de mis poros, de mi lengua anticuaria difuminada por el tiempo, por mis dedos grises de mis manso mas grises todavía

lunes, 12 de octubre de 2009

Miedos


De la esquina oscura de la habitación sin luz en medio de la noche el la miraba variamente con su cigarro en al boca donde solo se veía la punta de este y el humo que votaba de su boca seca en medio de la oscuridad al fumar, jugando con su cuchillo en al mesa vieja desafiando a la muerte misma, mientras lo observaba temerosamente sin saber quien era cubriéndose su cuerpo semidesnudo con las sabanas que solo se veía con las luces del metro que pasaba a largos ratos

-pone el dinero- dice el hombre de al esquina a ella en forma de amenaza con una voz onda y profunda que viajaba lentamente como un eco que paralizaba el tiempo hasta su cama que solo tenia un colchón roto en un catre viejo y oxidado sin cuidar; la silueta oye pero no habla, se sentía en el ambiente la tensión de ello, el cenicero se lleno de cigarros, luego un tiro se escucho en la habitación; aquella silueta desaprecio quedando un solo cigarro prendido en el cenicero

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