
El sonido del motor de la micro solitaria suena en las noches por la carretera, recibiendo a cada persona que levanta su mano, sube una mujer ofreciendo chocolates a cien pesos vestida con un chaleco blanco pureza, cantando ofrece su producto aguantando el frío incesante de la noche, recogió sus chocolates repartidos con solo dos compradores de su dolor para compadecerla por un momento, se bajo con el mismo animo con que entro. Me pregunto si llego a su casa o no, eso no lo se pero el destino lo sabrá
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