Prologo de un poeta que ya murió sin ver la muerte

Mi poesía es un grito en la oído del hereje que es ciego, el anuncio de la muerte que vive para irse conmigo a un baile de versos y estrofas que nacen de mi mano que me lleva de vuelta a al vida para perturbar con lo que sale de mi boca, de mis poros, de mi lengua anticuaria difuminada por el tiempo, por mis dedos grises de mis manso mas grises todavía

domingo, 15 de mayo de 2011

Ciudad nocturna




Noches citadinas malditas al ojo
una luna escupe sangre enferma
aborrecida de observar la tierra seca
a los hombres morir sin muerte
un borracho despierta confundido
de sus pesadillas frustrantes
haciéndolas gritar desesperadamente
caminos sin luz a mis pies
sin que nadie vea algo, no se
un secreto perdido en la penumbra
apuñaladas al aire sangrante
lastimando al hombre soñador
sin fe
sin creencia
sin ser
sin pena ni gloria que perder
sin pena ni felicidad que sentir
caminan las calles solitarias
pateando la perra abandona.
Nuevamente un hombre despierta
olvidado en sus sueños turbios y tristes
dejando hullas de bestias inexistentes
que nunca han salido de sus casas
sangra la noche herida por dentro
de sus sentimientos tajantes a mí
con una herida en mi corazón
por un puñal que nunca hizo nada

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