Prologo de un poeta que ya murió sin ver la muerte

Mi poesía es un grito en la oído del hereje que es ciego, el anuncio de la muerte que vive para irse conmigo a un baile de versos y estrofas que nacen de mi mano que me lleva de vuelta a al vida para perturbar con lo que sale de mi boca, de mis poros, de mi lengua anticuaria difuminada por el tiempo, por mis dedos grises de mis manso mas grises todavía

sábado, 1 de agosto de 2009

Esperando el anochecer final



Sentado en su desván esperaba, a esperar se pregunto, fumando su pipa con su copa de vino frente al fuego que emitía la chimenea. Mirando el cuadro gigante de su padre posando con una mirada fría y mezquina fijamente en el.

Agitando levemente su copa sentado aun en el sillón de tercio pelo recordaba sus amores pasados de una juventud sin retorno, sus errores eternos sin perdonar y a sus padres vivir. En las noches pensaba desvelado que nunca creyó que terminaría solo como una sombra del recuerdo olvidado , que al eternidad de sus amores serian así como las noches solitarias, como las sombras de su vida se acercaban y se alejaba con solo la luz inocente de la chimenea. De repente un tic-toc del reloj de escucho al llegar la doce de la noche, como el cucuc salía de su guarida para avisar al hora en los viejos pasillos, el viento soplo de la anda como un fantasma en cólera y las puertas se abrieron como una boca gritando desesperada. Sonó la puerta, alguien tocaba, pregunto quien es y respondieron la muerte; la puerta se abrió, la muerte con su dedo lo llamo mirando su lista escrita en fuego, pensó de inmediato que le tocaba el juicio de dios así que fue con su copa a la ventana lentamente a mirar por ultima vez la noche de luna llena.

Solo recordó más que solo sus recuerdos de su memoria y aquel momento de un sillón viejo con su pipa en un respaldo, llegando a una tumba a la deriva de la noche nocturna con la muerte de guía

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